La historia de Manolo y la cláusula suelo

El título de este artículo quizás te pueda sonar a esas brillantes películas de los años 80 de Manolo Escobar o de Paco Martínez Soria. Una especie de Pepe vente para Alemania pero en este caso con Manolo, que soy yo. Si ha servido para captar vuestra atención ya me sirve, porque lo que pretendo con este artículo es concienciar y ayudar a muchas personas que quizás hayan pasado (o estén pasando) por esta situación. Ojalá os pueda servir de ayuda porque se trata de toda una injusticia.

Seguro que os pasó lo mismo, nunca olvidaré la ilusión que sentí el día que firmé la hipoteca de mi primer piso. Tenía 28 años entonces y, como tantos otros, pensaba que dar ese paso era asegurar mi futuro. Después de unos años de alquiler, pensaba que esa frase que tanto me repetían de “estás tirando el dinero” era cierta. Pues bien, era 2010, la famosa crisis todavía coleaba, pero yo estaba convencido de que había hecho un buen negocio. Lo que no sabía era que me estaba metiendo de lleno en una auténtica pesadilla financiera. Y sí, yo no sabía nada.

Durante los primeros meses, todo parecía normal. Yo pagaba religiosamente mi cuota sin problemas, pero al poco tiempo empecé a oír en las noticias que el Euríbor, ese famoso  índice de referencia de la mayoría de las hipotecas, había bajado muchísimo. Yo al principio no sabía ni lo que era.

Sin embargo, yo veía que mi cuota mensual apenas variaba. Otros amigos contaban cómo sus cuotas disminuían, pero la mía seguía clavada como una piedra. Algo no cuadraba y cada vez me estaba mosqueando más.

Fue entonces cuando llegó a mi vida y descubrí la famosa cláusula suelo. Dos malditas palabras que casi me arruinan (y  no es una frase hecha) la vida. Para quien no lo sepa, la cláusula suelo era una condición que muchos bancos metían en las hipotecas sin explicarlo muy bien, o directamente sin explicarlo. Esas cosas que se hacían hace años y que las administraciones permitían.

Básicamente, aunque el interés bajara (como ocurrió con el Euríbor), tu hipoteca nunca pagaría menos de un porcentaje mínimo fijado, como un 3% o un 4%. Es decir, estabas atrapado pagando más dinero del que te correspondía según el mercado. Olé por ellos. La verdad es que yo no daba crédito.

Sentía una mezcla de rabia e impotencia. No era justo. Y encima, me había comprometido a 30 años de pagos.30 años de sacrificio o mejor dicho 30 años de estar en una cárcel sin barrotes.

La solución

Durante un tiempo pensé que no podía hacer nada, hasta que un día, hablando con un compañero de trabajo, me recomendó que fuera a una gestoría y despacho de abogados especializado en estos temas. No tenía muchas esperanzas, la verdad, pero decidí probar.

En  Trámites Fáciles Santander me explicaron otra cosa que la mayoría de la gente tampoco sabe: además de reclamar la cláusula suelo, también podía recuperar los gastos de formalización de mi hipoteca. Resulta que los bancos habían obligado durante años a los clientes a pagar todos los gastos de notaría, registro, gestoría e impuestos que, en realidad, según varias sentencias, no correspondían enteramente al cliente. Yo con estas cosas flipo, pero sobre todo porque las administraciones lo permitan. Por dios, que tenemos un Ministerio de Consumo, que se lo llevan todos los meses calentito y no hacen nada por esto.

Con su ayuda, empezamos el proceso de reclamación. Al principio el banco se puso duro, como era de esperar por lo que me dijeron. Me ofrecieron acuerdos poco claros para que renunciara a seguir reclamando, pero la gestoría me dijo que tuviera paciencia. Al cabo de unos meses, gracias a su trabajo, logré recuperar una cantidad importante de dinero, tanto por la cláusula suelo como por los gastos hipotecarios.

Recuerdo el día que me ingresaron el dinero como si fuera ayer. Casi se me caen las lágrimas. No solo era cuestión de la cantidad , que la verdad es que me vino de maravilla porque empezaba a estar tieso, sino la sensación de haber ganado una batalla que parecía perdida.

Desde entonces, siempre que puedo, le cuento a todo el mundo mi historia. Porque muchos todavía no saben que pueden reclamar y recuperar lo que es suyo. A mí me costó sudor y lágrimas, pero ahora puedo decir que mereció la pena. Ojalá si estás en esta situación que también te sirva a ti.

 

Un arte seguro

Algunos piensan que el arte está sobrevalorado. Se le concede demasiada importancia a objetos o piezas que tienen una antigüedad que roza lo absurdo. Para otros, la mayoría, afortunadamente, el

Facebook
Twitter
LinkedIn
Scroll al inicio
Resumen de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para que podamos brindarle la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en su navegador y realiza funciones como reconocerlo cuando regresa a nuestro sitio web y ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones del sitio web le resultan más interesantes y útiles.