Darse de alta en gas natural abre para el consumidor la puerta a una serie de ventajas exclusivas de esta fuente de energía. En primer lugar, cabría señalar las ventajas ecológicas que el gas natural posee respecto de sus competidores. Y es que, el gas natural es la energía no renovable menos contaminante. Aunque la expulsión de dióxido de carbono derivada de su combustión contribuye a la formación del efecto invernadero, su incidencia, menor que la de otras energías de este grupo como el carbón, el petróleo, la biomasa o el butano, hace que el gas natural tenga los mayores visos de continuidad en el futuro del sector energético. Asimismo, se trata de una energía primaria. Es decir, que se extrae directamente de la naturaleza y, en adelante, no requiere proceso de transformación alguno para su consumo, como tampoco necesitará almacenamiento o manipulación por parte del consumidor. Además, su instalación suele ser rápida, cómoda y sencilla, llevada a cabo por el equipo técnico de la compañía contratada. Son estas unas de las cualidades que hacen del gas natural una energía limpia, a lo que se suma su nula producción de residuos consistentes derivados de su combustión. Si se realiza correctamente, con una instalación adecuada y en perfecto estado, las materias derivadas de la combustión del gas natural son el anhídrido carbónico y el vapor de agua, similares a los que expulsa el ser humano durante la respiración. De hecho, dada su pureza, se suele agregar un compuesto químico a su fórmula para permitir que el olfato humano pueda detectarlo en el improbable caso de una fuga, puesto que es inodoro. No obstante, en una de estas situaciones, la escasa densidad del gas natural, menor que la del aire, permite que no se acumule en espacios bajos y ascienda a la atmósfera.
En el aspecto económico, las variaciones que se pueden apreciar en la oferta de gas natural arrojan unos precios más baratos y sobre todo más estables que otras energías como el petróleo, el butano o la electricidad, cuyos precios han experimentado una notable inflación a pesar de la coyuntura de crisis económica en la que vive el país. De forma paralela, el gas natural propicia una mejor manera de regular el consumo y su respectivo pago en el caso de viviendas con calefacción individual, puesto el termostato que permite ajustar al gusto el encendido, el apagado y la temperatura que se desea. Sin embargo, el gas natural también incide en el menor gasto doméstico de manera indirecta. Esta afirmación se debe a que la calidad del producto y su combustión limpia contribuyen a reducir en buena medida el desgaste y la necesidad de mantenimiento que sufren los aparatos domésticos -cocinas, hornos, lavadoras, secadoras, etcétera- por el simple motivo de su uso cotidiano. En este sentido, el gas natural, gracias a su eficacia, su limpieza y su ligereza, permite que el agua se calienta con mayor rapidez, proporcionándola al instante y sin necesidad de almacenamiento, lo que supone otra importante medida de ahorro en la partida presupuestaria de la familia. Estos beneficios se extienden por igual a su uso en cocina, donde destaca la versatilidad que lucen las llamas regulables, y, en especial, a la menor cantidad de tiempo que el gas natural necesita estar encendido para calentar de modo homogéneo toda la superficie del hogar. Siguiendo esta idea, la flexibilidad de las instalaciones de gas natural facilita que, por ejemplo, solo se calienten unas determinadas estancias de la casa y no toda ella en su conjunto, siempre que así se desee.
Por otro lado, prosiguiendo en este ámbito doméstico y particular, el gas natural garantiza la obtención de un suministro continuo, ideal para caldear de manera uniforme y eficaz la casa, para no sufrir cortes mientras se prepara la cena o mientras uno se encuentra bajo el chorro de la ducha, todavía con el champú sin aclarar. Asimismo, la seguridad del uso de calderas e instalaciones de gas natural es máximo. En cualquier caso, las compañías proveedoras de gas natural acostumbran a realizar revisiones periódicas y exhaustivas de las instalaciones para comprobar el adecuado funcionamiento del servicio, de acuerdo con unos estrictos parámetros de seguridad, homologados de acuerdo con las estrictas normativas nacionales y europeas.